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Púrpura y oro: Pau Gasol, cinco años entre vaivenes

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Por @hectorchamizo (31/1/2013)

Cinco años después. Era el uno de febrero de 2008. Día frío de invierno en España, más aún en Memphis, Tennessee. Nadie lo esperaba y saltó la noticia que fue extendiendo su mancha por todos y cada uno de los diarios más importantes del país: Pau Gasol era traspasado a Los Ángeles Lakers y abandonaba los Grizzlies. Kupchak movió los hilos mejor que nunca. El de Sant Boi llegaría a cambio de Kwame Brown, Jarvis Critetton y las primeras rondas de los drafts de 2008 y 2010, además de los derechos de su hermano Marc.

Por contra, no fue únicamente en España donde se desató la ilusión. El pívot catalán llegaba a un equipo en auge que con la dupla Bynum-Kobe estaba marcando el ritmo en la Conferencia Oeste. “Espero que Gasol nos lleve inmediatamente al título, de lo contrario su fichaje no nos habrá servido de nada”, resaltó Phil Jackson en su primera intervención ante la prensa una vez certificada la llegada del catalán. Las expectativas estaban puestas en lo más alto. Se consideraba a Pau como la llave que le faltaba al conjunto angelino para poder aspirar al título. La plantilla estaba rindiendo, pero acrecentando su potencial en la zona podían llegar tan lejos como quisieran. Además contaban con un director de lujo desde el banquillo. Así pues, el aterrizaje en la Gran Naranja no podía exigir menos que plantar cara al Big Three que había formado Boston Celtics en verano.

Todo eran elogios en los primeros días ante la feliz noticia. “La llegada de Gasol nos permite ser una amenaza inmediata dentro de la pintura y además es un buen pasador de balón y eso también nos gusta”, resaltaba Jackson. “Es la mejor muestra del compromiso que tiene la organización para estar entre los mejores. Sin duda, es un gran paso adelante. Me quito el sombrero ante Buss y Mitch por lo que han conseguido con este fichaje”, esgrimía también Kobe. “Ahora es nuestra misión juntar todos los elementos, salir al campo y trabajar duro, porque tenemos un gran banquillo, altura y versatilidad, lo que significa que es el tiempo de avanzar y avanzar”, agregaba.

La capacidad de Pau para ser camaleónico era considerada como el arma más fundamental dentro de las secundarias. Explotar sus cualidades se presentaba como un filón cuyo potencial se elevaba hasta la cumbre más inalcanzable si se fructificaba sobre el parqué. Tanto que, debían, por qué no, colocar en entredicho a los hombres de Doc Rivers. Tenían que estar absolutamente preparados para tal momento y, para ello, había una obligación tácita de que el engranaje comenzara ya a funcionar desde el primer día en Regular Season, ante los Nets. Aquel encuentro sirvió como probatura del plantel. El ’16′ angelino llegaba después de ser dos veces allstar en Memphis y con vitola de estrella. Se pensaba que su IQ le haría adaptarse con celeridad al triángulo de Tex Winter del Maestro Zen. Y así fue. Ya en esa primera prueba de fuego a domicilio consiguió rendir a un gran nivel siendo importante en su equipo con 21 puntos, 12 rebotes y 4 asistencias.

Poco a poco, victoria tras victoria, Lakers se hacía cada vez más grande y Pau aplicaba una relación directa con esa causa. Tanto fue así que se consiguió acariciar casi con los dedos esa meta tan ansiada. Toda la plantilla californiana se quedó igual que los niños frente a un escaparate de una tienda de caramelos. Los hombres de Doc Rivers, más rodados, se llevaron el título al vencer a sus archienemigos por 4-2 en las finales y después de un último partido absolutamente demoledor para la moral angelina (131-92).

Por contra, la experiencia había sido de una utilidad mayúscula. Se había demostrado que con la figura de un ala-pívot de calidad la escalada hasta la cima asumiría mayor facilidad. Solo tuvo que pasar un año para constatarse y perpetuarse en ese mismo nivel, también, durante los 365 días siguientes. Pau Gasol había hecho crecer a unos Lakers que mantenían una supremacía ejemplar en el cómputo global de la liga, siendo absolutamente determinante en todos los momentos importantes de esas dos campañas. Su máximo punto de plenitud lo completó en las finales que le dieron su segundo anillo ante Boston Celtics, obteniendo su particular revancha de dos años atrás, al promediar 18,6 puntos y 11,6 rebotes. Vital, absolutamente primordial.

A partir de entonces los elogios como los que llegó a recibir por parte del presidente de Estados Unidos, Barack Obama (“Creo que Gasol puede ser el mejor pívot de la NBA ahora mismo. Es diferente a Dwight Howard, tiene un movimiento de pies increíble, velocidad, inteligencia y está jugando magníficamente”), se fueron diluyendo hasta transformarse en lo directamente opuesto, aunque es cierto que sobre su alargada espalda ya reposaba una amalgama de críticas hacia su faceta defensiva. El famoso soft (blando, en español) con el que ya había lidiado durante toda su carrera fue acrecentando su presencia en boca de los más críticos a medida que las victorias empezaban a desaparecer. Fue señalado con el dedo, puesto entre los detestables, cuando en 2011 Dallas Mavericks, campeón a posteriori, dejó sin aliento a un equipo desconocido (4-0).

Desde entonces Pau Gasol no ha dejado de desaparecer del boletín oficial de la rumorología de traspasos. Ha permanecido ahí su nombre y se le ha vinculado con incontables movimientos en los despachos. De hecho, un guiño de la fortuna le privó de acabar recalando en Houston Rockets en el frustrado traspaso de Chris Paul a Los Ángeles Lakers en verano de 2011. El rendimiento a partir de entonces no volvió a ser el mismo. Ni de lejos. No sólo por una cuestión de falta de confianza, sino también por su paulatino alejamiento de la pintura, tanto por parte de Mike Brown como por Mike D’Antoni en casi toda la presente temporada.

Un lustro después el mejor jugador español de baloncesto de todos los tiempos está firmando los peores números de su carrera (12,7 puntos, 8 rebotes y 3,7 asistencias), su titularidad está en entredicho y empieza a alejarse en muchos partidos de disputar los minutos esenciales. Las idas y venidas que ha tenido en el seno de los californianos comienzan a tornarse cada vez de tintes más grisáceos. Se incrementan el número de espectadores que le colocan en el disparadero. Se ha dejado en el estante del olvido aquel libro que rellenó con letras doradas. Sin embargo, ese tomo ya está escrito y alguno lo desempolvará algún día para volver a abrir los ojos, para reciclar esa obra tan intensa y perfecta. Da igual lo que prosiga a partir de ahora. Ya se ha ganado ese gran pedazo de gloria.


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